jueves, 23 de octubre de 2014

¿Tienes arte o formas parte? - Carlos Pérez de Tudela


La pregunta es: ¿Tienes arte o formas parte?

Es cierto que no todos somos genialísimos artistas con ideas revolucionarias o desbordante creatividad con la que hacer grandes cosas, en eso probablemente estemos de acuerdo. No obstante, como todo en esta vida, la creatividad se puede trabajar. Si se quiere mejor existen una serie de herramientas y técnicas que podemos utilizar para mejorarla.

Una de las más conocidas es la tormenta de ideas o brainstorming; ésta consiste únicamente en ‘vomitar’ ideas, en plasmarlas en algún medio de la manera más rápida posible. Generalmente esta técnica se lleva a cabo escribiendo las ideas en un papel o en una pizarra y estirando todo lo posible la conexión entre un concepto y otro. Se puede hacer en grupo o en solitario, no importa la manera ya que la dinámica siempre es la misma. Si esta herramienta se utiliza en grupo los resultados siempre serán más ricos ya que el número de ideas ‘vomitadas’ será mejor. Está demostrado científicamente que en el 80% de ocasiones en que se utiliza ésta el resultado final es una buena idea en bruto sobre la que luego trabajar.

Muy seguido, si revisamos cualquier libro sobre creatividad, a ésta anterior técnica caso siempre le seguirá la estrategia de creatividad de Walt Disney o estrategia Disney. Ésta, como su mismo nombre indica, fue desarrollada por el popular creador del imperio de los dibujos animados más famoso del mundo. Al contrario que la anterior ésta sólo puede llevarse a cabo de manera individual. La explicación es sencilla: Nuestro ser es el canal de conexión directo con las ideas. La estrategia de creatividad de Disney consiste en observar una idea desde tres puntos de vista diferentes; en este caso la única premisa a tener en cuenta es que para desencadenar el proceso es necesario tener una idea primigenia desde la cual luego trabajar.

Concretamente, la estrategia de creatividad Disney se basa en valorar una idea desde un punto de vista soñador, crítico y realista. Dicen que ésta nació porque Walt Disney tenía tres despachos; uno era un espacio blanco, diáfano, con muchísima luz y con una estética extremadamente minimalista; el otro era un despacho sobrio, decorado de manera clásica, con alfombras, butacones y una luz tenue; el tercero y último era un espacio decorado de manera moderna, con colores, muebles originales y avanzados a su época, luz intermedia y un perfecto equilibrio entre seriedad y ambiente lúdico. Se dice que cada vez que Walt Disney quería desarrollar el argumento de una de sus películas siempre hacía un recorrido por esos tres despachos; en el primero tenía las ideas más locas e ilógicas, en el segundo se dedicaba a ser el peor crítico del mundo e incluso insultaba el resultado obtenido en el primer despacho, en el tercero, con la información del primero y del segundo, buscaba la manera de poder contentar a ambos llegando a un punto intermedio de esas ideas. Ya veis, tres despachos, tres tipos de listas, tres personajes muy diferenciados… ¿Qué hay en común? ¡Un único cerebro!

Y es que en todas las técnicas de creatividad hay algo en común: nosotros. Seamos más o menos creativos siempre estaremos ahí, seremos parte. Lo único que hay que saber es cómo trabajarlas y cuando aplicarlas. Está más que demostrado por estudios desarrollados por universidades norte americanas que la creatividad nace, pero también se hace. Llegados a este punto podríamos utilizar ese símil tan socorrido que es el gimnasio; ¿verdad que para muscular vamos al gimnasio o hacemos ejercicio en nuestra casa? Pues con las aptitudes sucede lo mismo. Si estas no se trabajar diariamente o de una manera periódica pautada se anquilosan y no funcionan como deberían.

Por último, antes de despedirme de vosotros hasta mi próximo artículo, os propondré un sencillo ejercicio de programación neurolingüística que enlaza a la perfección con el tema de la estrategia de creativa. En cierto modo este ejercicio se podría considerar una extensión del otro; su nombre es: Los tres mentores.
El ejercicio es sencillo y se basa en lo mismo; valorar una idea desde diversos puntos de vista. Al igual que en la estrategia de creatividad de Walt Disney en este ejercicio observaremos una idea desde tres posiciones diferentes. Éste consiste en escoger tres personajes: Un conocido que nos merezca mucho respeto, un famoso que respetemos por alguna cosa y un personaje de ficción que al igual que los otros nos infunda respeto.

El ejercicio se desarrolla cerrando los ojos e imaginando que somos uno de esos personajes; podemos hablar como él, sentarnos o caminar como lo haría él… y el objetivo es llegar a pensar cómo lo haría él. ¿Qué diría sobre la cuestión que nos planteamos? ¿Qué te aconsejaría? ¿Cómo afrontaría él ese mismo problema? Tras pasar por las tres posiciones, cuantas más veces mejor, tendremos una serie de respuestas anotadas en un papel que 100% seguro nos servirán como punto de partida para buscar una posible resolución a las incógnitas que queramos solventar.

Así que… ¿tienes arte o formas parte?

Escrito por Carlos Pérez de Tudela

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