domingo, 30 de junio de 2013

Generación ameba: asexuados, una raza en aumento

Heterosexuales, bisexuales, gais, lesbianas, transexuales… ¿Por qué choca a la sociedad el hecho de que ciertas personas declaren no tener impulsos sexuales? Ellos reclaman su derecho a vivir y relacionarse tan solo románticamente.

Sheldon CooperEl 1,05% de la población es asexual, es decir 70 millones de personas en el mundo, de las que 470.000 serían de nacionalidad española. El porcentaje lo desveló Anthony Bogaert en su artículo The Journal of Sex Research (2004), tras investigar el comportamiento de 18.000 británicos. Estos datos los contrastó, y reafirma, en su nuevo libro Entendiendo la asexualidad (Ed. Rowman & Littlefield Publishers). En nuestro país, 2.500 de ellos están inscritos en la web de AVEN (Asexual Visibility and Education Network), en la que hay más de 60.000 miembros repartidos por los cinco continentes. Hoy, de 12 a 20 horas, muchos de ellos se han citado para patinar por Barcelona y más tarde participar de la cabalgata del Pride 2013. Es la primera manifestación que realizan en España y que sigue a las celebradas en Francia, Inglaterra, Irlanda, Argentina o Colombia los dos últimos años.
Esta organización la fundó David Jay en 2001 como plataforma online con la que dar visibilidad a personas como él. «Ser asexual es como ser un ateo en la Biblia. A la gente le cuesta trabajo admitir la idea de que exista ausencia de deseo sexual. Yo no me callo, puedo hablar de sexo con mis amigos, pero el acto sexual no me interesa», explica.
En los tres millones de mensajes escritos en los foros de AVEN se habla, en su mayoría, de la falta de comprensión por parte de la sociedad. Su coordinadora de prensa e investigación, Johanna Villamil, considera que las personas con su identidad están llevando a cabo «la primera revolución sexual del siglo XXI». Y nos lo justifica de esta forma: «El mundo está hecho para que vivamos según unas instrucciones; y si algunos nos las saltamos, perturba al resto. Lo que me parece extraño es que jóvenes o personas con una mentalidad moderna intenten que todos vivamos con las mismas recetas con la que vivieron mis abuelos. Si a nadie le sorprende la evolución de la ciencia, ¿por qué les sorprende la evolución de las relaciones humanas? El no tener impulsos sexuales nunca se plantea como opción, y es lo que no entendemos».
Luis Álvarez Munárriz, catedrático de Antropología Social de la Universidad de Murcia y autor del artículo La identidad asexual, comparte esta opinión. «La asexualidad atenta contra nuestros pilares culturales. De hecho, la ropa unisex refleja y explica la asexualidad, porque destruye roles establecidos».
Sophie FontanelHasta 2007 la comunidad científica incluía a los asexuales como «personas que padecían deseo sexual hipoactivo o inhibido». «Aquel año logramos una excepción, que no se considerara como enfermos a aquellos que nunca hemos sentido deseo sexual en nuestra vida», recuerda Villamil, en referencia a la anterior edición del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, que en el apartado de trastorno sexual incluía su orientación. 
Sophie Fontanel autora de la novela L’Envie. Foto: Cordon Press
Este mayo se publicó el quinto manual y ya no aparece como tal. «Por fin se han liberado de la tiranía de la ciencia y la medicina. Hasta hoy, la comunidad había intentado reprimirles. Ahora ellos tienen el poder de determinar lo que es normal o anormal. Ya están en el primer grupo», dice Álvarez Munárriz.
«No se conocen las causas de la asexualidad, ya que los niveles de hormonas son normales. En los pocos estudios que hay, y que se han realizado con animales, se descubrieron alteraciones en el hipotálamo con deficiencias en los receptores para la testosterona. Pero hay que entenderla como una característica más, como a las personas a las que no les gusta el chocolate. No por ello vamos a suponer que tengan una alteración en el cerebro», dice el doctor Raúl Paredes Guerrero, director del Instituto de Neurocirugía de la UNAM, México.
Otra forma de relacionarse. Al principio, AVEN chocó incluso con la comunidad gay, ya que los confundieron con radicales cristianos. «Este colectivo está altamente cargado de sexualidad, y en los Orgullos nos confundían con activistas que reclamaban el celibato. No somos personas que decidieron renunciar al sexo, eso puede confundir. Ahora tenemos una relación muy amable y de colaboración», asegura Jay.
Es más, la organización Asexual Awareness Week –que cada octubre organiza en diferentes capitales del mundo una semana de actividades por la visibilidad– publicó en su último censo comunitario que el 40% de su comunidad son gais o lesbianas. Esta división en grupos es fundamental para ellos, ya que no renuncian a las relaciones sentimentales. Se subdividen en heterorrománticos, homorrománticos y birrománticos, y tienen sus propias webs para encontrar pareja, como asexualpals.com o platonicpartners.co.uk. «Es un mito que no tengamos relaciones sexuales, eso sí, en algunos casos son de muy baja frecuencia y en otros es nula. A los que sí sienten algo de atracción sexual se les denomina demisexuales, quienes tienen relaciones de baja frecuencia solo con las personas de las que se enamoran», comenta Johanna.
Los ameba, como se autodenominan en tono irónico, tienen sus iconos. Unos son ficticios, como el protagonista de la serie Sherlock, interpretado por Benedict Cumberbatch; Sheldon Cooper, de The Big Bang Theory; o los pitufos, que han grabado un vídeo reclamando la igualdad de derechos para el colectivo LGTB –aunque su autor, Pierre Culliford, ya los concibió como asexuales–. Otros son celebridades, como Morrissey, Bradford Cox, la actriz Janeane Garofalo o Tim Gunn, jurado del programaProject Runway; todos ellos proclaman su condición. Y, como parte de la A revolución, la bibliografía aumenta.
En España, Lucía Lietsi, autora del blog Diarios de asexualidad, ha publicado en formato digital su autobiografía Diario de una asexual (Bubok). Pero el gran éxito narrativo esL’Envie (Robert Laffont), de la editora de moda francesa Sophie Fontanel, que ha vendido más de 150.000 ejemplares. «Me han llamado frígida, anormal, reprimida... Todo por llevar a cabo la mayor insubordinación de nuestro tiempo: vivir sin sexo».

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