sábado, 28 de abril de 2012

Mujeres Desempleadas - CAPITULO 4: El cuerpo de la ley


Los siguientes días al descubrimiento de mi cuerpo fueron más extraños si cabe, incluso más que los días cercanos a mi muerte. Supongo que de un modo u otro ahora si que verdaderamente todo había cambiado. Encontrar el cuerpo digamos que oficialmente significaba que existía un problema, un problemón vaya.

Hasta cabía la posibilidad de que todo fuese un mal entendido, una confusión, una situación absurda que acabaría teniendo una explicación lógica, pero al encontrar mi cadáver todo ese mundo de esperanzas y fantasías se había roto. Ya nada volvería a ser igual, mi asesinato había rajado ya del todo el fino tapiz de esperanzas de aquellas pobres y desesperadas mujeres.

El día más destacable a continuación del descubrimiento de mi muerte fue la mañana en que el inspector Coronado se presentó en el bloque para hacer preguntas. Era un hombre lo que se dice hombre, de aspecto descuidado pero estudiado, tosco y rudo como debía serlo un policía de los de antes, pelo negro color azabache, ojos castaños profundos como la noche y tez oscura casi oliva, un autentico latin lover.

En cuanto lo vi me enamoré de él, debo reconocerlo. Pero que iba hacer yo en mi estado más que mirar, comerme los mocos porque otra cosa no venía al caso. La verdad es que aquel instinto sexual ultratumba me sorprendió sobre manera, después de todo era cierto eso de que hay vida después de la muerte, incluso por debajo de la cintura añadiría yo. Aquel hombre me encendía el horno como no lo había hecho nadie antes, incluso muerta, que hay que reconocer que tiene muchísimo merito.
Como era de preveer la visita de un policía a nuestro bloque no fue bien recibida por los vecinos, por allí la pasma no era muy querida, siempre que aparecían era para causar problemas. Pero en aquella ocasión, no, aquella vez habían venido para esclarecer las circunstancias de mi asesinato y me parecía una falta de respeto aquella poca colaboración.

La primera puerta a la que llamó aquel pedazo de hombre fue a la de mi amiga Gabri. Por razones evidentes, ya sabéis, el tema de sus papeles y sus devaneos en el mundo de la prostitución, no abrió. Se limitó a esconderse rezándole a su estampita de la virgen de Guadalupe para que la protegiese, para que no permitiese que la devolviesen a su país.

Aparentemente mal humorado desistió y se encaminó hacia el piso de Bib, era obvio que alguien le había indicado quienes eran mis amigas sino ese atino a la hora de escoger pisos me parecía sospechoso. Cuando estuvo frente a su puerta golpeo tres veces y esta se abrió, Bib decidió escuchar lo que aquel agente tenía que decir sobre mi asesinato:

-         Buenos días… -dijo el agente Coronado observando la exquisita clase extrarradial de mi amiga que llevaba puesto un salto de cama negro la mar de seductor.
-         Vaya, pensé que sería otra persona, que vergüenza –digo tapándose con el batín, ambas sabíamos que lo había hecho expresamente, sobretodo porque minutos antes había fichado al policía desde su ventana.
-         Descuide, no le robaré mucho tiempo.
-         ¿Quiere pasar? –preguntó sin desistir en aquel evidente coqueteo.
-         Si, claro. Imagino que sabrá para que he venido.
-         Lamentablemente, si.
-         Pues entonces será mejor que no ande con rodeos…
-         ¿Quiere una cerveza o un café o algo que yo tenga y usted quiera poseer? –de las cuatro Bib era la mas culta. Eso era debido a que leía muchas novelas guarras de esas de hombres musculosos en las portadas y doncellas con la ropa hecha gironés que compraba a un euro en el Carrefour. Toda aquella literatura le había dado muchísimo vocabulario fino que la hacía más distinguida si cabe- ¿No hace calor aquí?
-         Yo estoy bien. En fin, quería comentar unos cuantos detalles en referencia a la desaparición de su amiga –sacó un bloc de notas y se preparó para desenfundar- ¿Porqué no denunciaron su desaparición si realmente creían que le había pasado algo?
-         Pues verás. ¿Te puedo llamar de tu?
-         Si, claro. Sin problema, prosiga.
-         Pero solo si tu me llamas Bib, no me gusta eso de usted hace a la gente muy estirada ¿no crees?
-         Puede. ¿Cuándo fue la última vez que viste a Maria Alicia?
-         Pues antes de que se marchase al pueblo, no sé, unos cinco meses y pico.
-         ¿Al pueblo? –preguntó tomando notas.
-         Si, ella tenía familia en la alpujarra. Cuando vimos que no estaba creímos que se había marchado al pueblo sin avisar.
-         ¿Lo había hecho alguna vez?
-         La verdad es que no.
-         ¿Entonces porque te pareció normal?
-         Cálmate moreno –dijo Bib reposando sobre la butaca, cualquiera diría que planeaba copiar el momento interrogatorio de la película instinto básico. Sacó del bolsillo de la bata un paquete de tabaco y se encendió un cigarrillo de manera sensual.
-         ¿Dice que aquí no se puede fumar agente? –susurró descruzando las piernas.
-         Yo no he dicho nada… -contestó Coronado muy desconcertado- ¿Podrías contestar mi pregunta?
-         Me importa un bledo que esto sea un edificio publico –añadió prosiguiendo el guión de Sharon Stone.
-         Mire señora, será mejor que me marche, pero piense que yo estoy de su parte. Yo quiero averiguar que le pasó a su amiga y todo lo que me pueda ayudar usted y sus otras tres amigas irá a favor de la pobre María Alicia. ¿Me entiende?
-         Cariño, no me llames de usted, me haces sentir como si fuese mi madre –contestó poniéndose en pie y acercándose al policía.

Cuando alargó la mano y suavemente la posó sobre el paquete de Coronado me tapé los ojos, no estaba en mis planes ver como mi amiga le hacía una mamada a ese policia buenorro, pero sucedió algo imprevisible. El agente le retiró la mano con delicadeza y le dijo:

-         En serio Bib, realmente quiero averiguar quien mató a tu amiga y no creo que sea buena idea continuar por este camino –metió la mano en su bolsillo y sacó una bolsa de plástico en la que estaba envuelto el anónimo que me hicieron llegar la mañana de mi muerte- ¿Sabías de la existencia de esto?
-         Claro que si. Los hay de diferentes capas, colores o aromas… -contestó mosqueada porque acababa de ser rechazada por un hombre, cosa que no le sucedía a menudo.
-         Mira por el otro lado, por favor.
-         ¡Cielo santo! –exclamó profundamente asustada.
-         ¿Ahora vas a colaborar?
-         En todo lo que necesites…

Se hizo un silencio y Bib se llevó la mano a la boca, como si le hubiese venido una arcada. De repente se sintió muy mal por como se había comportado, de pronto se había dado cuenta de que era una estúpida, de que yo estaba muerta y que mi asesino andaba suelto. Súbitamente calló en la cuenta sobre algo que hizo que su sangre helase de golpe: “Mi muerte no había sido ningún asesinato fruto de estar en el sitio equivocado en el momento erróneo, no, mi asesinato había sido algo planificado. Mi asesino era alguien que realmente me odiaba, alguien que pretendía hacerme pagar por algo que yo había hecho. De golpe había entendido que quizás la venganza no acababa en mí.”



MINI-SERIE PATROCINADA POR: "Disparatado Asesinato en el Upper East Side" de C. Pérez de Tudela. Pásate por amazon y adquierelo por solo 3.88€

1 comentario:

  1. Instinto sexual ultratumba... vaya, yo creo que tambien tengo estos instintos!

    ResponderEliminar